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Debemos tener en cuenta que si nos demoramos mucho en analizar o aprovechar una oportunidad, al final podríamos terminar encontrando una excusa para no actuar, podría ser demasiado tarde para aprovecharla (oportunidad que podría presentarse una sola vez) o, lo que es peor, alguien más podría terminar aprovechándola antes que nosotros.

La crisis siempre es una ocasión de evolución o de desintegración.

Es un período de transición: lo que era ya se fue y lo que viene no ha llegado aún.

Es una situación en que los patrones vigentes son rotos por acontecimientos emergentes y de alguna manera, inesperados. Esto ocasiona un trastorno que provoca perjuicio para muchos y beneficios para aquellos pocos que supieron transformarla en oportunidad. Mientras las cosas están bien, la gente se resiste al cambio, aun cuando sea obvio que éste le será beneficioso.

En tiempos de crisis, el espíritu humano juega un papel importante para generar la creación de un cambio que se traduce en la mera oportunidad.

Nuestras creencias sobre nosotros mismos y las que ponemos sobre la realidad establecen un diálogo permanente que acaba actuando como el software de un programa que opera las veinticuatro horas del día. Dicha conversación inconsciente es la clave de la transformación humana y social. Porque la creencia está en el origen del vínculo, de la confianza.

Si un niño recibe de sus padres y colegio la formación y educación necesarias que le permiten construir un sistema de creencias sano, objetivo y equilibrado, tendrá la fuerza interior suficiente, construida en una mezcla óptima de ternura y límites necesarios, que le permitirá gozar de confianza en sí (autoestima) para creer que puede impulsarse hacia adelante, arriesgarse, aprender de sus errores, responsabilizarse, rectificar, mejorar continuamente, en definitiva, crecer e ir conquistando parcelas de la realidad y de la vida.

Este proceso es el que hace que los seres humanos devengan buenas personas, buenos profesionales y buenos ciudadanos.

Como indica la palabra, las creencias se construyen desde el creer, y a su vez, el creer se construye desde la confianza. Si creemos en algo o alguien es porque confiamos en ese algo o alguien.
Luego, el diálogo con la realidad, el ensayo y error, el esfuerzo y aprendizaje, la recompensa que supone el logro, la realización y el placer de crear y transformar nacen de la confianza en uno mismo, en el otro y en la vida. Creer es confiar, y confiar es crear.

Sin confianza no declararíamos nuestro amor, no traeríamos hijos al mundo, no invertiríamos para mejorar, no nos arriesgaríamos, no innovaríamos. Sin confianza no merecería la pena vivir. Sin confianza no hay encuentro verdadero, motor de transformación de la realidad. Sin confianza no podemos amar y no podemos sabernos amados.

En realidad el desamor, no es más que la ruptura de una confianza en el otro. Confiar y vivir en pos de una plenitud van de la mano. Confiar y crear, son uno.

Crear y vivir son identidad cuando van unidos de la mano de la confianza.

Confiar, creer, amar, crear, lograr, son los cinco verbos que transforman el mundo.

Quien confía, cree, quien cree, ama, quien ama, crea, quien crea amando y confiando, logra. En consecuencia, el aforismo que reza “tanto si crees que puedes, como si crees que no, estás en lo cierto”, es de puro sentido común.

Si uno cree en su fuero interno que no lo logrará, no dará el paso necesario, y si lo da, la inseguridad actuará como elemento que tenderá a boicotear la iniciativa. En el extremo contrario, quien se prepara, se forma, aprende, entrena con tesón, ensaya con alegría y esfuerzo, disfruta del proceso, le encuentra un sentido, incorpora los errores como activos de su experiencia, abandona el victimismo en pos de la responsabilidad, va construyendo una personalidad y una dialéctica con el mundo que le permiten avanzar y lograr en el camino de la vida, porque va esculpiendo una confianza en sus propias capacidades para conducirse y gestionar la existencia.

Por todo ello, sin duda, hace mucho más el que quiere que el que pueda.

Para crear, insisto, es necesario creer que podemos.

Pero no entendamos esta creencia como un acto de fe ciega e inconsciente, sino todo lo contrario: es la consecuencia del triunfo de la voluntad y del activo de la experiencia.

Caminante no hay camino sino estelas en la mar. ANTONIO MACHADO (“Proverbios y cantares” (XXIX)

Aprendamos a no esperar las oportunidades, sino crearlas y aprovecharlas.

Seamos conscientes de la importancia que tienen nuestros pensamientos a la hora de CREAR nuestra realidad…

@DGicherman
www.dorisgicherman.com

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